Fueron construidas por esclavos
La idea de que las pirámides fueron construidas por un rey tiránico que oprimía a su pueblo se la debemos originalmente al historiador griego Herodoto, que visitó Egipto c. el año 450 a. C. Hoy en día somos conscientes que su obra mezcla conocimientos y hechos de su época con cierto folclore y licencia poética y se basa en gran medida en fuentes orales anónimas. Si a eso le sumamos que cuando visitó Egipto las pirámides de Giza ya llevaban en pie más de 2000 años, la receta para la creación de un mito estaba servida. Luego esta noción persistirá de la mano de la tradición judeocristiana e historiadores como Flavio Josefo y ya en el siglo XX las superproducciones de Hollywood la implantarían en el imaginario colectivo.
La egiptología como disciplina científica durante los siglos XIX e inicios del XX estaba en su infancia, y se centró mayormente en la búsqueda de fabulosos tesoros y descifrar enigmáticas escrituras; poca importancia se le dio en un inicio al estudio de la vida de la gente común. Sin embargo con el paso del tiempo y la profesionalización de las técnicas arqueológicas e incorporación de disciplinas como la antropología, ese enfoque ha cambiado, y en las últimas décadas han surgido varios proyectos que intentan arrojar luz sobre facetas largamente ignoradas de la sociedad egipcia. Gracias a la evidencia arqueológica producida, hoy en día sabemos definitivamente que las pirámides NO fueron construidas por esclavos.
Gran parte de esta evidencia se la debemos a Mark Lehner, egiptólogo estadounidense que excava en la zona de Giza desde 1973 y dirige el Giza Plateau Mapping Project, proyecto que estudia el aparato logístico que se necesitó para la magna tarea que sin duda fue construir las pirámides, incluyendo la ciudad donde vivían los trabajadores. Los abundantes restos óseos de animales encontrados en esta ciudad sugieren que los trabajadores eran alimentados extraordinariamente bien. Con un promedio estimado de 11 vacas y 30 cabras faenadas cada día, era una cantidad suficiente para alimentar con carne de alta calidad a una población de varios miles de personas durante varias generaciones. También se han encontrado restos de ingentes cantidades de pescado, cerdo, pan y cerveza, junto a decenas de panaderías, silos y edificios administrativos. Esto ciertamente no se parece a la dieta a la que estaría sometido un esclavo.
En el año 2013 el descubrimiento fortuito de cientos de fragmentos de papiros por parte de una misión arqueológica francesa nos ha dotado con nuevos y estimulantes datos. Algunos de estos papiros están datados en el 27º año de reinado de Jufu (Keops), lo que los posicionan como los papiros más antiguos encontrados hasta la fecha, y no solo extienden nuestros conocimientos sobre la duración de dicho reinado (anteriormente el último año de reinado constatado para Jufu era su 23º) sino que además nos aportan detallados datos de la rutina diaria de un equipo de trabajadores de la Gran Pirámide.
En estos papiros se puede leer el diario de trabajo de un alto oficial menfita, el inspector Merer, quien estaba al mando de un grupo de unas 200 personas (los egipcios denominaban a estas unidades de trabajo «phylae«) y en donde se relatan detalles sobre la construcción de la Gran Pirámide y el trabajo en las canteras de caliza de Tura, lugar desde donde se extraía la blanca piedra que originalmente recubría la pirámide (recubrimiento que en la actualidad ha desaparecido casi en su totalidad). Los diarios de Merer nos confirman que no eran esclavos, sino equipos altamente organizados los que hacían este trabajo.
Otra parte del puzzle arqueológico lo forma el cementerio de estos mismos trabajadores. Excavado por el famoso egiptólogo egipcio Zahi Hawass, se han encontrado miles de tumbas que pertenecieron a los trabajadores implicados en la construcción de las pirámides. Aunque ninguno de los cuerpos estaba momificado (una prerrogativa exclusiva de la alta sociedad en este período histórico) y muchos presentan signos de un evidente sobre-esfuerzo físico, también se pueden apreciar varios casos de un tratamiento efectivo de fracturas y hasta pruebas de haber sobrevivido amputaciones o trepanaciones. Para obtener este tipo de tratamiento sin duda es necesario el acceso a especialistas y un buen cuidado médico. Asimismo las tumbas se encuentran cercanas a las tumbas reales, lo que era un grandísimo honor, y presentan restos de ofrendas de pan y cerveza, algo necesario para sobrevivir en el Más Allá. Esto tampoco parece corresponder con el estatus de un esclavo.
El consenso actual es que la mayoría eran trabajadores no calificados, rotativos y que provenían de familias humildes, posiblemente campesinos conscriptos. A estos se les sumaba una mano de obra altamente especializada y permanente (carpinteros, artesanos, maestros canteros, etc.). Mientras tanto los trabajos arqueológicos en estos lugares siguen hasta el día de hoy, por lo que sin duda nos depararán más sorpresas en un futuro. Lamentablemente muchos de estos sitios se extienden por debajo de la actual ciudad moderna de El Cairo, por lo que se hace necesario llegar a un complicado equilibrio entre la investigación histórica y los legítimos derechos de los habitantes modernos.
¡No eran tumbas! ¿donde están las momias?
¡nunca se ha encontrado una momia dentro de una pirámide!
Es común escuchar esta afirmación de boca de gente que niega el carácter funerario de estos monumentos y piensa que están relacionadas con conocimientos esotéricos o avanzadas tecnologías hoy en día perdidas. Sin embargo, es falsa. Aunque la mayoría de las pirámides fueron violadas ya en la antigüedad (algunas apenas unos siglos después de haber sido construidas) si se han encontrado restos momificados dentro de pirámides.
Si bien es cierto que en un principio se atribuyó a algunos faraones restos que luego resultaron ser enterramientos posteriores u otros sobre los cuales hay legítimas dudas sobre su real identificación o se desconoce su actual paradero, hay por lo menos 3 casos donde fuera de cualquier duda (gracias al C14 y análisis de ADN, entre otras técnicas utilizadas) estamos ante momias reales enterradas dentro de pirámides. Se trata de los faraones de la dinastía V Dyedkara Isesi (su pirámide se encuentra en Saqqara Sur) y Neferefra (enterrado en Abusir) así como una reina encontrada en una pirámide cercana, presuntamente la reina Reptynub.
Adicionalmente en numerosas pirámides se han encontrado restos de sarcófagos, tapas de ataúdes, vendas y otros fragmentos de objetos típicamente asociados a la función funeraria. Tampoco hay que olvidar que una pirámide forma parte de un contexto y es un error analizarla como un edificio aislado, sino que hay que tener en cuenta que es parte de un complejo priamidal formado además por templos, calzadas, muros, patios y hasta otros enterramientos secundarios. Este complejo a su vez no está aislado de su entorno, sino que está rodeado de un sinnúmero de otras tumbas pertenecientes a miembros de la realeza y la alta sociedad de la época. Forma parte de una necrópolis.
Pero por si todo esto no fuera suficiente, hay además otras pruebas de que efectivamente las pirámides eran tumbas (y que darían para escribir un artículo en su propio derecho) e incluyen: el análisis de la evolución religiosa y arquitectónica, los propios Textos de las Pirámides y documentos como el Papiro de Abusir donde se relatan algunos de los rituales diarios realizados en el templo mortuorio adosado a cada pirámide y relacionados con el culto funerario del faraón.
Hoy en día sería imposible construir la Gran Pirámide…
¡me lo dijo un ingeniero!
Que no haya confusión en esto: las pirámides de Giza son un hito de la ingeniería y arquitectura humana. Su magnitud y precisión son sorprendentes y probablemente habría que considerarlas como un equivalente de la antigüedad de hitos modernos como la llegada del hombre a la Luna o la revolución informática de las últimas décadas. Esto no significa que sean perfectas y mucho menos que no podamos igualar dicha precisión hoy en día.
La humanidad moderna posee grúas que pueden levantar bloques 300 veces más pesados que el bloque más pesado de la Gran Pirámide, tiene instrumentos que permiten medir variaciones de longitud de menos de un átomo y construye edificios 5 veces más altos que la más alta pirámide y en una fracción del tiempo. Afirmar que no podemos igualar la precisión de la Gran Pirámide es simplemente desconocer la realidad. El simple hecho que podamos medir y calcular las pequeñas discrepancias que existen en la orientación o nivelación de la Gran Pirámide (y maravillarnos en el proceso por la alta precisión de los antiguos) nos debe de dar la indicación de que si que poseemos la tecnología suficiente para ser incluso más precisos… sino no podríamos haber hecho dichas mediciones en primer lugar.
Este tipo de afirmaciones siempre viene acompañada de un argumento de autoridad. «Me lo dijo un ingeniero» o «como todos los arquitectos saben» son muletillas comunes, sin embargo nunca citan a nadie en concreto, ni tampoco aclaran exactamente que es lo que resulta imposible realizar hoy en día. Si en la actualidad no se construyen más pirámides no es porque no podamos construirlas, sino porque su construcción ya no tiene ningún tipo de sentido político, económico o religioso.